sábado, 6 de septiembre de 2008

Corre, dijo la tortuga

Misteriosa pieza, genuinamente sabiniana, que comienza como una letra de oposiciones hasta entrar en un territorio íntimo, hablando de su personalidad menos rutilante: "el caprichoso, el orgulloso / el otro, el cómplice, el traidor". Memorable ese momento de seducción: "y otra, encantada, / no dijo nada y sonrió". Joaquín lo reconoce: "Es una de mis canciones favoritas. Tiende a ser, ya se sabe, las que no han caído en gracia al público. Me encanta la versión que hizo Julieta Venegas, revela lo lista que es al no optar por uno de los temas obvios".

Sin embargo, Pancho Varona se lamenta de que haya caído el repertorio de directo: "La hicimos en la primera gira acústica y me hubiera gustado repetirla en la gira de Ultramarinos, que estábamos todos sentaditos. Joaquín tiene muy claro las que quiere cantar, a veces porque no quiere aprenderse cosas nuevas o porque le cuestan".

Versión de la placa "Mentiras piadosas":


Versión de Julieta Venegas para la placa "Entre todas las mujeres":

Letra:
Corre dijo la tortuga, atrévete dijo el cobarde, 
estoy de vuelta dijo un tipo que nunca fue a ninguna parte. 
Sálvame dijo el verdugo, sé que has sido tú dijo el culpable. 
No me grites dijo el sordo, hoy es jueves dijo el martes 
y tú no te perfumes con palabras para consolarme 
déjame sólo conmigo, 
con el íntimo enemigo que malvive de pensión en mi corazón, 
el receloso, el fugitivo, el más oscuro de los dos, 
el pariente pobre de la duda.
 
El que nunca se desnuda si no me desnudo yo, 
el caprichoso, el orgulloso, 
el otro el cómplice traidor. 

A ti te estoy hablando, a ti, que nunca sigues mis consejos, 
a ti te estoy gritando, a ti, que estás metido en mi pellejo, 
a ti que estás llorando ahí, al otro lado del espejo, 
a ti que no te debo, más que el empujón de anoche 
que me llevó a escribir esta canción. 

No mientas dijo el mentiroso, buena suerte dijo el gafe, 
ocúpate del alma dijo el gordo vendedor de carne, 
pruébame dijo el veneno, ámame como odian los amantes. 
Drogas no, dijo el camello, cuanto vales dijo el ganster, 
apunto de rendirme estaba a un paso de quemar la naves, 
cuando al borde del camino, 
por dos veces el destino que hizo un guiño en forma de labios de mujer. 

Nos invitas a una copa, yo te secaré el sudor, 
yo te abrazaré bajo la ropa. 
Quien va a dormir conmigo, ni lo sueñes contestó, 
una indignada, y otra encantada no dijo nada y sonrió. 

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